Si avanzamos un poco más en la
historia, nos encontramos, en plena revolución industrial, con el surgimiento
de la asociación conocida como “I Internacional”. Ésta albergo las dos
corrientes polÃtico-laborales predominantes de la época: marxismo y anarquismo.
Si bien ésta no se limitaba a la simple representación y defensa de los
trabajadores en la esfera laboral, junto
con las sucesivas Internacionales e idénticos movimientos, se formó el caldo de
cultivo necesario para la aparición de lo que hoy conocemos como sindicalismo
moderno. Podemos decir, asÃ, que el gremio ha sido el precursor, con ciertos
matices, del sindicato.
Gracias a todos estos
movimientos, a lo largo de la historia, se han conseguido, de manera
inequÃvoca, numerosos avances en materia de derecho laboral. Derechos que,
paralelamente, se han visto mermados en multitud de ocasiones debido al avance
indefectible de los intereses patronales. Algo que, por desgracia, estamos
volviendo a presenciar y de qué manera. Como comentaba al principio, si la
sensación de los trabajadores es de desamparo e indefensión, se debe a la falta
de unos representantes reales. Y es ahÃ, donde fallan los sindicatos. No es una
exageración, los sindicatos no están cumpliendo su única labor, que es la de proteger a los trabajadores de forma
general y particular. En su lugar, parece que sus funciones se han desviado
hacia el nepotismo y la autocomplacencia.
Y es lógico que asà sea, pues si
los que son considerados representantes de los trabajadores de forma legal, no
comparten condiciones laborales con sus representados, no conservan ningún
vÃnculo real con éstos. Es decir, si su sueldo no está asociado al éxito en sus
cometidos o, yendo más allá, si el sueldo no está asociado al percibido por los
propios trabajadores, ¿cómo se va a luchar por él? En una sociedad utópica, en la que los valores
predominaran, este hecho no afectarÃa a sus resultados, pero en una sociedad en
la que lo que rige los comportamientos es el parné, es normal que suceda esto. En
resumen, si volvemos la vista hacia los orÃgenes del sindicalismo, nos daremos
cuenta que no hay mejor representante laboral que el propio trabajador.
Dejémonos de delegados, de liberados o lÃderes sindicales. Que sea el propio
obrero el que se haga responsable de sus derechos y la defensa de éstos. ¿Qué
la compaginación de ambas labores conllevarÃa más horas de trabajo? Más horas
se van a necesitar para cobrar un miserable sueldo, gracias a la reforma
neolaboral y nadie dice nada. Se trata, simplemente, de asumir las riendas de su
destino, de su vida.
Atrás quedan los grandes
movimientos sindicales, como los sucesos de Mayo de 1886 en Chicago. DÃa
que recordamos, especialmente, por su conmemoración cada primero del mes de
Mayo. Aunque si en el dÃa de mayor festividad laboral, existe gente que sigue
desempeñando su labor, ¿cómo se va a tener conciencia del pasado? El desafecto
ha invadido las mentes de los trabajadores actuales, parece que todo lo
conseguido a base de lucha, esfuerzo, sacrificio y tragedia no se sabe valorar.
Y de ahÃ, deriva la ostensible pasividad
de la sociedad ante el menoscabo acuciante de derechos, una sociedad dormida y
apartada de la verdadera realidad. Una sociedad que ha desaprendido a luchar
por lo que es justo, una sociedad contagiada por la desidia, una sociedad
insolidaria con el desfavorecido (aunque sea él mismo), una sociedad dócil. Y
unos sindicatos que son el claro reflejo de la tónica general: “yo con mi
sueldo estoy contento y a los demás que les den”, dicho de forma vulgar. Aunque
ese sueldo ya no sea ni la sombra de lo que fue, aunque se viva para trabajar y
no se trabaje para vivir… Y asà nos va.
Anna:
ResponderEliminarMe parece una exposición impecable y en la base estamos de acuerdo 100%. De todas formas, creo que no es tan sencillo.
Un obrero no puede hoy luchar contra la patronal en su "tiempo libre", porque la parte empresarial dispone (además de muy mala ostia) de los mejores abogados, de grandes gabinetes de Recursos Humanos que hacen coaching y storm braining y su puta madre.
Los liberados sindicales y no te digo ya los delegados son imprescindibles, igual que es muy importante que se formen muy bien (y que, como dices, nunca pierdan de vista de dónde vienen, lo que son y lo que deberÃan cobrar, si no es que lo cobran).
Estoy de acuerdo en casi todo lo que dices, pero hay que romper una lanza a favor del sindicalista, porque está viviendo tiempos muy chungos mientras los demás pasamos de ir a las manis, pasamos de ir a las huelgas, pasamos de apoyarles e incluso pasamos de las cosas buenas que hacen. Nos pasamos el dÃa viendo intereconomÃa, chafándoles los actos delante de la presa, y diciendo lo vendidos que están sin darnos cuenta que el verdadero enemigo no es el mendez o el toxo, ni mucho menos toda la gente que está por debajo, que los habrá mejores y peores, de acuerdo, pero que hacen una labor que ninguna ong, ni nosotros mismos, hacemos o podrÃamos llegar a hacer.
Precisamente, no es que no podamos realizar su cometido: es que no queremos. Es mucho más cómodo delegar que asumir responsabilidades ciudadanas. Y asà nos va, tanto en la esfera polÃtica como en la laboral. Mientras sigamos comportándonos de esta manera, seremos una sociedad inmadura merecedora de todas las lacras.
EliminarLos lÃderes de los sindicatos mayoritarios creeme que no están viviendo tiempos chungos. Al contrario están viviendo de puta madre, a cuerpo de rey, como denotan sus barrigas. Y voy más allá, creo recordar que el único empleo que ha crecido en el último año y medio ha sido en el ámbito educativo, concretamente el profesorado que imparte los famosos cursillos del paro y demás, cuya elección presenta muchas sospechas. Todo lo que les pase se lo tienen bien merecido, por tener al doble discurso como estandarte de sus polÃticas( al estilo del PSOE). Están viciados, se han amoldado al modelo capitalista feroz, en vez de presentarse como una resistencia activa. Lo siento pero ahà no transijo. Otra cosa serán los sindicatos minoritarios( que no todos claro), pero ya te digo que yo preferÃria que fuera el propio trabajador el que se representara a sà mismo. Si nos vanagloriamos de ser la especie "por excelencia", es hora de demostrarlo. Existen mil métodos para complementar el trabajo en su sentido estricto con las funciones representativas, pero no se quiere... El sofá está muy blandito y acolchado.
Por cierto, perdona porque ,con las prisas, se me olvidaron los modales: ¡Sé bienvenida y gracias por pasarte!
EliminarUn saludo.