martes, 6 de marzo de 2012

Sindicalismo y Representación Laboral

Si el panorama actual es claramente desfavorable para los trabajadores asalariados, se debe, en una gran cuota, a su desunión manifiesta. Cuando los trabajadores, de forma individual, se sienten solos y desprotegidos, se exponen a los designios abusivos de la patronal. Si los empresarios, representados por la patronal, basan su fuerza en el poder económico y la influencia que éste conlleva, los trabajadores obtienen su fuerza gracias a la unión colaborativa. Y esto lo supieron ver los artesanos del medievo, llegando a formar lo que hoy conocemos como “gremios”. Por gremio entendemos aquella asociación de trabajadores (artesanos en sus orígenes) que tenía como principales fines encargarse del funcionamiento del taller y, sobre todo, amparar a sus miembros y a sus familias. Y nuestra imaginación, al mencionar la palabra, evoca la rancia estampa de los artesanos reunidos en sus talleres, ajenos a la repercusión histórica que ello provocaría.

 

Si avanzamos un poco más en la historia, nos encontramos, en plena revolución industrial, con el surgimiento de la asociación conocida como “I Internacional”. Ésta albergo las dos corrientes político-laborales predominantes de la época: marxismo y anarquismo. Si bien ésta no se limitaba a la simple representación y defensa de los trabajadores en la esfera laboral,  junto con las sucesivas Internacionales e idénticos movimientos, se formó el caldo de cultivo necesario para la aparición de lo que hoy conocemos como sindicalismo moderno. Podemos decir, así, que el gremio ha sido el precursor, con ciertos matices, del sindicato. 


Gracias a todos estos movimientos, a lo largo de la historia, se han conseguido, de manera inequívoca, numerosos avances en materia de derecho laboral. Derechos que, paralelamente, se han visto mermados en multitud de ocasiones debido al avance indefectible de los intereses patronales. Algo que, por desgracia, estamos volviendo a presenciar y de qué manera. Como comentaba al principio, si la sensación de los trabajadores es de desamparo e indefensión, se debe a la falta de unos representantes reales. Y es ahí, donde fallan los sindicatos. No es una exageración, los sindicatos no están cumpliendo su única labor, que es la de proteger a los trabajadores de forma general y particular. En su lugar, parece que sus funciones se han desviado hacia el nepotismo y la autocomplacencia. 


Y es lógico que así sea, pues si los que son considerados representantes de los trabajadores de forma legal, no comparten condiciones laborales con sus representados, no conservan ningún vínculo real con éstos. Es decir, si su sueldo no está asociado al éxito en sus cometidos o, yendo más allá, si el sueldo no está asociado al percibido por los propios trabajadores, ¿cómo se va a luchar por él? En una  sociedad utópica, en la que los valores predominaran, este hecho no afectaría a sus resultados, pero en una sociedad en la que lo que rige los comportamientos es el parné, es normal que suceda esto. En resumen, si volvemos la vista hacia los orígenes del sindicalismo, nos daremos cuenta que no hay mejor representante laboral que el propio trabajador. Dejémonos de delegados, de liberados o líderes sindicales. Que sea el propio obrero el que se haga responsable de sus derechos y la defensa de éstos. ¿Qué la compaginación de ambas labores conllevaría más horas de trabajo? Más horas se van a necesitar para cobrar un miserable sueldo, gracias a la reforma neolaboral y nadie dice nada. Se trata, simplemente, de asumir las riendas de su destino, de su vida.

Atrás quedan los grandes movimientos sindicales, como los sucesos de Mayo de 1886 en Chicago. Día que recordamos, especialmente, por su conmemoración cada primero del mes de Mayo. Aunque si en el día de mayor festividad laboral, existe gente que sigue desempeñando su labor, ¿cómo se va a tener conciencia del pasado? El desafecto ha invadido las mentes de los trabajadores actuales, parece que todo lo conseguido a base de lucha, esfuerzo, sacrificio y tragedia no se sabe valorar. Y de ahí,  deriva la ostensible pasividad de la sociedad ante el menoscabo acuciante de derechos, una sociedad dormida y apartada de la verdadera realidad. Una sociedad que ha desaprendido a luchar por lo que es justo, una sociedad contagiada por la desidia, una sociedad insolidaria con el desfavorecido (aunque sea él mismo), una sociedad dócil. Y unos sindicatos que son el claro reflejo de la tónica general: “yo con mi sueldo estoy contento y a los demás que les den”, dicho de forma vulgar. Aunque ese sueldo ya no sea ni la sombra de lo que fue, aunque se viva para trabajar y no se trabaje para vivir… Y así nos va.

3 comentarios:

  1. Anna:

    Me parece una exposición impecable y en la base estamos de acuerdo 100%. De todas formas, creo que no es tan sencillo.

    Un obrero no puede hoy luchar contra la patronal en su "tiempo libre", porque la parte empresarial dispone (además de muy mala ostia) de los mejores abogados, de grandes gabinetes de Recursos Humanos que hacen coaching y storm braining y su puta madre.

    Los liberados sindicales y no te digo ya los delegados son imprescindibles, igual que es muy importante que se formen muy bien (y que, como dices, nunca pierdan de vista de dónde vienen, lo que son y lo que deberían cobrar, si no es que lo cobran).

    Estoy de acuerdo en casi todo lo que dices, pero hay que romper una lanza a favor del sindicalista, porque está viviendo tiempos muy chungos mientras los demás pasamos de ir a las manis, pasamos de ir a las huelgas, pasamos de apoyarles e incluso pasamos de las cosas buenas que hacen. Nos pasamos el día viendo intereconomía, chafándoles los actos delante de la presa, y diciendo lo vendidos que están sin darnos cuenta que el verdadero enemigo no es el mendez o el toxo, ni mucho menos toda la gente que está por debajo, que los habrá mejores y peores, de acuerdo, pero que hacen una labor que ninguna ong, ni nosotros mismos, hacemos o podríamos llegar a hacer.

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    1. Precisamente, no es que no podamos realizar su cometido: es que no queremos. Es mucho más cómodo delegar que asumir responsabilidades ciudadanas. Y así nos va, tanto en la esfera política como en la laboral. Mientras sigamos comportándonos de esta manera, seremos una sociedad inmadura merecedora de todas las lacras.

      Los líderes de los sindicatos mayoritarios creeme que no están viviendo tiempos chungos. Al contrario están viviendo de puta madre, a cuerpo de rey, como denotan sus barrigas. Y voy más allá, creo recordar que el único empleo que ha crecido en el último año y medio ha sido en el ámbito educativo, concretamente el profesorado que imparte los famosos cursillos del paro y demás, cuya elección presenta muchas sospechas. Todo lo que les pase se lo tienen bien merecido, por tener al doble discurso como estandarte de sus políticas( al estilo del PSOE). Están viciados, se han amoldado al modelo capitalista feroz, en vez de presentarse como una resistencia activa. Lo siento pero ahí no transijo. Otra cosa serán los sindicatos minoritarios( que no todos claro), pero ya te digo que yo preferíria que fuera el propio trabajador el que se representara a sí mismo. Si nos vanagloriamos de ser la especie "por excelencia", es hora de demostrarlo. Existen mil métodos para complementar el trabajo en su sentido estricto con las funciones representativas, pero no se quiere... El sofá está muy blandito y acolchado.

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    2. Por cierto, perdona porque ,con las prisas, se me olvidaron los modales: ¡Sé bienvenida y gracias por pasarte!

      Un saludo.

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