viernes, 20 de septiembre de 2013

El Dilema de la Montaña






Descendía, de buena mañana, un joven peregrino por una empinada ladera, ensimismado en sus pensamientos, relajado hasta límites insospechados, cuando, de improviso, se sobresaltó. Dos hombres rudos, enzarzados en una acalorada discusión, le abordaron violentamente. 

-        ¡Eh, tú, muchacho! Si no me equivoco, ¿desciendes de la montaña sagrada, no?- le preguntó uno de los hombres.
-        Si por sagrada te refieres a esta montaña, a cuyos pies, nos encontramos ahora, sí, vengo de ella- respondió el joven, aún conmocionado, por la repentina conversación.
-        ¡Bien! Quizás puedas solventar nuestra discusión, ¿no es verdad que esta montaña es muy escarpada, está repleta de riscos y es más que peligrosa?- le volvió a preguntar el mismo hombre, buscando su confirmación.
-        Ciertamente señor, este descenso me resultó arduo y arriesgado- le contestó el joven.
-        ¡Ves!- gritó, súbitamente, dirigiéndose a su polémico interlocutor-¿Cómo no iba a ser esta montaña de tal forma? De hecho, a esta montaña se la considera sagrada, por su condición, porque su difícil acceso la conserva virgen, exceptuando a viajero alocados como este muchacho: más de uno a muerto, intentando profanar tan santo lugar.
-        Pero… En verdad, yo digo que vivo en un valle cercano y he subido cientos de veces a la montaña. En ningún momento he visto dificultad alguna, todo lo contrario, sus laderas son las más tendidas que existen. Por eso se la considera sagrada, porque acoge a todo aquel que, de buena fe, quiere ofrecerle una ofrenda en su cumbre- añadió el otro hombre.

La conversación iba camino de encallarse de nuevo, de hecho, los ánimos parecían más caldeados que antes… Entre tanto, tomó la palabra el joven peregrino:

-        Esa descripción, buen hombre, encaja perfectamente con las cualidades de la montaña a la que he subido. En la cumbre, ciertamente, me he encontrado con gente rindiendo tributos al espíritu de la montaña- precisó el joven.

Estaba el segundo hombre empezando a henchir el pecho, cuando intervino el primero:

-        ¡Oh joven muchacho!, ¿acaso, nos tomas por tontos? ¿Cómo es posible que estés de acuerdo conmigo y con este otro hombre, si ambos opinamos cosas distintas?
-        Ni mucho menos, señor, ésa no era mi intención. Yo sólo os he explicado lo que he visto, lo que he vivido en mi viaje por estos parajes- contestó, apesadumbrado, el joven.
-        Pero… Es imposible, lo que tú quieres hacernos creer, ¿cómo puede ser una misma cosa, dos cosas a la vez?- inquirió el primer hombre.
-        No lo sé, desconozco el origen de vuestras creencias, pero yo me he limitado a contaros lo que mis ojos han visto- respondió el joven con perplejidad.
-        En verdad, tus ojos te traicionan, hijo mío. Además, me ofende tu dialéctica, ninguneando mi fe, tratándola como una ingenua creencia. Esta idea ha sido transmitida de generación en generación: mi padre a mí, su padre a él y así sucesivamente… Esta fe es tan antigua como la montaña misma, por eso, sé que es verdad- pontificó el primero hombre.
-        Por una vez, estoy de acuerdo contigo, este muchacho nos ha agraviado con su ostentoso desdén hacia nuestra fe. Estoy seguro de que ni siquiera has subido a la montaña y, ni mucho menos, has podido bajar de ella. Todo lo que nos cuentas no es más que una vil estratagema para hacernos caer en la duda. Para que abjuremos de nuestras propias creencias. Pero no ha surtido efecto, hemos descubierto el ardid a tiempo…- completó el segundo hombre.

El joven peregrino, ante tal tesitura, viendo peligrar su integridad, huyó de allí con las pocas fuerzas que aún le restaban. Los otros dos hombres, emprendieron la persecución levantando sus puños al aire, lanzando furibundas imprecaciones… Aunque fue en vano, el joven, aprovechando su mayor rapidez y vigor, logró darles esquinazo. Cuando hubo cesado la huida, se sentó a la sombra de un árbol a reponer fuerzas. Entretanto, volvió a abstraerse en sus pensamientos: aún no daba crédito a lo que había sucedido, a cómo reaccionaban los hombres por defender su fe ante ojos extraños, con qué agresividad respondían para disipar todo rastro de incertidumbre. Le parecía una completa locura, a él, al que poco le importaba la fe, la seguridad en una creencia. Le gustaba más rodearse de incertidumbre, de duda, de desconocimiento… Eso a él le llenaba, le parecía vida.

jueves, 20 de junio de 2013

Dinero Incestuoso



El dinero es incestuoso:
se reproduce
con los de su misma sangre.
Entre miserables
o entre poderosos.
Entre miserables
engendra pobreza.
Entre poderosos
alumbra riquezas.



 

viernes, 26 de abril de 2013

Frases de Cosecha III





-¿Alguna vez nos hemos parado a pensar por qué depositamos nuestro dinero en el banco?: ¿Para evitar que nos lo roben?, ¿para obtener beneficios?, ¿para que fluya el crédito?, ¿para que funcione la economía?; ¿Estás seguro de todo esto? Porque yo no…

-Yo no quiero tener un amigo que sólo salga conmigo por interés; yo no quiero tener una novia que me quiera, únicamente, por el sexo; no quiero un jefe que vea en mí un medio para conseguir grandes fortunas y por ello me explote; no quiero unos padres resentidos por mi ,tan casual como molesto, nacimiento; no quiero unos gobernadores que busquen su propio beneficio en vez de regir con honestidad; no quiero convivir con unos vecinos que están destruyendo el planeta con su contaminación y ni se inmutan; no quiero vivir en una ciudad en la que los saludos y los agradecimientos sean sustituidos por odio y superficialidad; no quiero vivir en un mundo en el que unos coman en la mesa mientras otros recogen las migajas bajo ella...

-Si en un estanque viven 100 peces y te los comes hoy, mañana no tendrás nada que comer. En cambio, si los sabes racionar y cuidar, comerás toda tu vida.

-La política en este país es como una encrucijada de caminos elípticos. Es decir, un día tomamos el camino de la derecha porque nos parece el correcto y tras un breve periplo, llegamos al punto de origen. Otro día, nos da por tomar el camino de la izquierda, que transcurre por los mismos parajes que el anterior sólo que de manera inversa, y nos devuelve al punto de origen. Y así, hasta el final de los días.

-El éxito o fracaso en la educación de un determinado país, se puede medir por los vacíos dejados por las escuelas y ocupados, a su vez, por las cárceles.

-No hay nada como criar estómagos agradecidos para obtener, a cambio, mansos corderos.


-Cómo reconocer la lucidez si la locura es una pandemia.

-La esperanza es como la luz de las estrellas: siempre brilla con fulgor. Aunque en un futuro descubramos que la solución nunca existió, que ya estaba muerta.

-Los mayores delincuentes de nuestra era no escapan de la ley, se amparan en ella.

-La política es como una viuda negra: seduce a la mayoría, luego la jode viva y, por último, acaba con ella. 

-Las ideologías deberían ser istmos que conectaran a las personas, salvando el mar de la ignorancia, y no al revés.



Una enseñanza he aprendido
de la misma vida:
cada cosa,
en su justa medida.
La escasez de agua
provoca sequía
pero su exuberancia
lo pudre todo
en cuestión de días.