martes, 5 de febrero de 2013

Desobediencia civil y otros escritos



 

Thoreau, figura singular donde las haya, acuñó el término “desobediencia civil” en 1849, en el contexto de la esclavitud estadounidense y el conflicto abolicionista. Término que inspiró los movimientos de grandes genios como Gandhi y su “no violencia” y de Luther King y su oposición a la discriminación racial.

Thoreau, aparte de un excelente escritor, orador y un brillante pensador, fue, sobretodo,  un hombre de acción. Considerado por algunos como uno de los mayores exponentes del protoanarquismo, su ideal de vida se mantuvo, hasta su muerte, en consonancia con sus actos. 

Sus ideas sobre la naturaleza y la sociedad le llevaron a experimentar una auténtica y profunda soledad en un bosque de Concord (Massachusetts), cercano a la laguna de Walden. Experiencias recogidas en el libro homónimo “Walden”, escrito a modo de autobiografía. 

Sin lugar a dudas, lo más interesante de su obra, más allá de la maestría indudable, es la vigencia que conservan, en la actualidad, la mayoría (por no decir todas) de sus ideas. Para nuestra desgracia, algunas de las cosas que sólo se podían intuir o, quizás, atisbar por una mente preclara de aquella época, han acabado de confirmarse por completo en nuestro presente y pasado más inmediato.

Y es que, ciertamente, la esclavitud, como tal, ha desaparecido. Pero muchas de las situaciones actuales no hacen sino ahondar en la semejanza que mantienen dos formas de vida que, en teoría, son bastante dispares, aunque, en el fondo, no lo sean tanto.  Véase, por ejemplo, la esclavitud por deudas propia de la Antigua Grecia. ¿Os suena de algo?

Introducción:

“Trabajando tan sólo un día a la semana y descansando los otros seis”.

Prescribe la siguiente cura  a las amenazas de la expansión industrial:
“La renuncia total a los tradicional, a lo convencional, lo socialmente aceptable; el rechazo de los caminos o normas de conducta ya trillados, y la inmersión total en la naturaleza”.

 “Al revolucionario no lo hace la ciencia sino la indignación ética” (Merleau Ponty).

Una vida sin  principios:

“Los caminos por los que se consigue dinero, casi sin excepción, nos empequeñecen. Haber hecho algo por lo que “tan sólo” se percibe dinero es haber sido un auténtico holgazán o peor aún. Si un obrero no gana más sueldo que el que le paga su patrón, le están engañando, se engaña a sí mismo. Si ganaras dinero como escritor o conferenciante, sería que eres popular, lo cual implica un descenso perpendicular…. Se te paga para que seas menos que un hombre”.

“No hay mayor equivocación que consumir la mayor parte de la vida en ganarse el sustento”.
“El adjetivo “sabio” está, por lo general, mal aplicado. ¿Cómo puede ser sabio el que no sabe mejor que otros cómo se ha de vivir?, ¿no será tan sólo un hombre más astuto y más sutil?, ¿opera la sabiduría como el burro en la noria?, ¿o por el contrario nos enseña cómo tener éxito “siguiendo su ejemplo”? ¿Existe algún tipo de sabiduría que no se aplique a la vida?, ¿o es la sabiduría tan sólo el molinero que muele la lógica más fina?”

“El buscador de oro es el enemigo del trabajador honrado, sean cualesquiera las restricciones y las compensaciones que haya”.

“¿Qué sentido tiene nacer libres y no vivir libres? ¿Cuál es el valor de una libertad política sino el de hacer posible la libertad moral? ¿Alardeamos de la libertad de ser esclavos o de la libertad de ser libres? Somos una nación de políticos y nos preocupamos sólo por una defensa superficial de la libertad. Los hijos de nuestros hijos tal vez se sientan un día realmente libres. Nos sometemos a impuestos injustos. Hay un grupo de entre nosotros que no está representado. Son impuestos sin representación. Nosotros alojamos a las tropas, a tontos y ganado de todas clases. Alojamos nuestros cuerpos bastos en nuestras pobres almas, hasta que los primeros consumen toda la sustancia de las segundas”.

Desobediencia civil:

“El mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto; y, cuando los hombres estén preparados para él, ése será el tipo de gobierno que tendrán”.

“Después de todo, la auténtica razón de que, cuando el poder está en manos del pueblo, la mayoría acceda al gobierno y se mantenga en él por un largo período, no es porque posean la verdad ni porque la minoría lo considere más justo, sino porque físicamente son los más fuertes. Pero un gobierno en el que la mayoría decida en todos los temas no puede funcionar con justicia, al menos tal como entienden los hombres la justicia. ¿Acaso no puede existir un gobierno donde la mayoría no decida virtualmente lo que está bien o lo que está mal, sino que sea la conciencia?”

“Al que se entrega por entero a los demás se le toma por un inútil y un egoísta, pero al que se entrega solamente en parte se le considera un benefactor y un filántropo”.

“Incluso votar “por lo justo” es no “hacer” nada por ello. Es tan sólo expresar débilmente el deseo de que la justicia debiera prevalecer. Un hombre prudente no dejará lo justo a merced del azar, ni deseará que prevalezca frente al poder de la mayoría. Hay muy poca virtud en la acción de las masas”.

“La acción que surge de los principios, de la percepción y la realización de lo justo, cambia las cosas y las relaciones, es esencialmente revolucionaria y no está del todo de acuerdo con el pasado. No sólo divide Estados e Iglesias, divide familias e incluso divide al “individuo”, separando en él lo diabólico de lo divino”.

“Bajo un gobierno que encarcela a alguien injustamente, el lugar que debe ocupar el justo es también la prisión”.

“No veía por qué el maestro tenía que contribuir con sus impuestos al sustento del clérigo y no el clérigo al del maestro”.

“No me niego a pagar los impuestos por ninguna razón en concreto; simplemente deseo negarle mi lealtad al Estado, retirarme y mantenerme al margen”.

La esclavitud en Massachusetts:

“La ley nunca hará libres a los hombres, son los hombres los que deben hacer libre a la ley. Los amantes de la ley y el orden cumplen la ley cuando el gobierno la infringe”.

“Yo creo que en este país la prensa ejerce una influencia mayor y más perniciosa que la iglesia en su peor época. No somos un pueblo religioso, pero sí somos una nación de políticos. No nos preocupa la Biblia pero sí nos preocupan los periódicos”.

Apología del capitán John Brown:

“Cuando siembras o entierras a un héroe en su patria, una cosecha de héroes surgirá sin duda. Es una semilla de tal fuerza y vitalidad que no necesita nuestro permiso para germinar”.

“El hombre reflexivo se convierte en un ermitaño en medio del bullicio del mercado”.

“¿Acaso es imposible que un solo individuo tenga la razón y un gobierne esté equivocado? ¿Deben imponerse las leyes tan sólo porque se hayan aprobado?, ¿o declararlas válidas por un número cualquiera de hombres, si no son válidas?”

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