sábado, 31 de diciembre de 2011

Los Viajes

¿Qué es un coche? “Vehículo con motor, de cuatro ruedas, usado específicamente para el transporte de personas”. No, no me refiero a la acepción de un diccionario.

Un coche es un instrumento que responde a las exigencias de la concepción del viaje como mero trámite. Cuando viajamos en coche, a menudo solos, vemos el trayecto como una pesada carga y deseamos llegar a destino lo antes posible. Hacemos del recorrido una molesta imposición física inalterable. Hemos desechado el concepto de aventura en el que el trayecto era parte del interés del viaje, en el que la ruta formaba parte del destino. La cultura de la inmediatez ha desalojado esta idea de nuestras mentes, la ha postergado al olvido. 


El coche, la motocicleta y, en mayor medida, el avión han venido a apoyar esta idea, sustituyendo a los antiguos coches tirados por caballos, a la bicicleta o al caballo en sí. Con éstos, el viaje era algo dilatado, lleno de incertidumbres e intereses, con aquellos, el viaje se transforma en algo efímero sin ningún valor. Por ello, se intenta sobrellevar como se pueda: con música, por ejemplo; o se intenta minimizar al máximo, es ésa la finalidad del avión. Llevamos unas vidas ajetreadas, ocupadas al extremo por el trabajo y, por lo tanto, el viaje debe ser algo veloz y fugaz. Desperdiciamos una parte del tiempo, en detrimento del resto de él: lo que, modernamente, se conoce como trade-off.


El tren y, en algunos casos, el autobús merecen mención aparte. Sí que es verdad que, con estos medios, el tiempo de desplazamiento se ha visto reducido, pero, por su morfología, invita a la charla, al acercamiento social. El tren, además, posee una peculiaridad digna de destacar: suele transitar por parajes hermosos, llenos de encanto que invitan a la contemplación paisajística, motivado, a su vez, por los grandes ventanales. En cambio, la carretera, por su propia definición, camina por la monotonía y el ruido, amalgamada con el peligro que entraña la conducción(es cierto que existen honrosas excepciones). Aunque, también es de recibo admitir, que esta peculiaridad (la del acercamiento social) se ha visto alterada, alarmantemente, debido a la inercia hermética que nos empuja en estos tiempos.


La vida, en esencia, representa esta idea: vivimos un viaje sin destino conocido, vivimos por el simple hecho de existir y ahí reside la motivación de todo. Hagamos regresar la aventura; valoremos, en su justa medida, el trayecto; hagamos que el tiempo no transcurra, sino que seamos nosotros los que lo vivamos: así, habremos aprendido a viajar.

4 comentarios:

  1. Me gusta esta entrada. Cuando uno va a trabajar en transporte público se puede fijar en las personas, puede leer, escuchar música... Aprovechar el tiempo de trayecto. Yendo en coche hay que estar atento a la conducción, y uno solo se estresa con tanto semáforo, y con las maniobras de los demás.

    El tren es mi medio de locomoción preferido, he hecho maravillosos viajes en él, conocido personas peculiares e inolvidables y visto preciosos paisajes.

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    1. A mí también me encanta el tren, nunca lo he utilizado para un gran desplazamiento pero, aun así, lo disfruto y mucho. Sólo de imaginarme un viaje a bordo del Orient Express o en Inter-rail, me emociono.

      Pero la tendencia actual es inversa a esto... Cada uno en su propio habitáculo, encerrado entre cuatro paredes( como si ya no fueran bastantes las de la casa), desplazándose en su pequeña burbuja. Dentro de poco pasará como con los móviles, que habrá más coches que personas, sino sucede ya...

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    2. Pues sí. De hecho ahora el Inter-Rail lo han desmejorado mucho, y en mi opinión es más caro poder ver menos. Cuando lo hice, allá por el 2006, había zonas, y diferentes precios. Ahora es o un país o toda Europa, y menos días que antes. Y no hablemos del ferrocarril en España. Lento, poco frecuente, lugares sin comunicar... Me gustó mucho sin embargo en países como Holanda, Bélgica, Suiza... Puntuales, rápidos, frecuentes y llegaban a muchos lugares. Aquí se apuesta en cambio por la autovía (o autopista) y ahora AVE, el tren de los ricos.

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    3. Es una pena... A mí, la verdad, me apetecería realizar un viaje en Inter-Rail, pero se ha perdido un poco la identidad originaria: la pela es la pela :(.
      El AVE es el engendro del ferrocarril convencional, una especie de coche de carreras con vías.

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