miércoles, 28 de diciembre de 2011

Feliz Hipocresía

Ahora que nos encontramos en plenas fechas  navideñas, es oportuno aclarar una serie de cuestiones acerca de esta fiesta conocida como “Navidad”.

La palabra Navidad viene del latín nativitas, que significa “nacimiento”. ¿Pero de qué nacimiento hablamos? Del de Cristo desde luego que no, porque como bien documentado está en la santísima Biblia, Jesús no nació en invierno.

El 25 de Diciembre no es la fecha en que Cristo nació, porque diciembre en los tiempos de Cristo era invierno, pues, cuando él nació, los pastores velaban sus rebaños en el campo. Dice(Lucas 2:8) "Había pastores en aquella región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.". Los pastores en Palestina no guardan las vigilias sobre sus rebaños durante el invierno. Siempre traen sus rebaños de las montañas a los rediles antes del 15 de Octubre. Ese detalle en primer lugar nos enseña que Jesús no nació en invierno sino en otoño.”

Entonces, ¿por qué se celebra su nacimiento el 25 de Diciembre? Muy sencillo, porque la Iglesia siempre ha querido mantener una estrategia populista. Para ello, la mejor forma de hacerlo era adoptar y adaptar los antiguos ritos paganos.

En el Imperio romano, las celebraciones de Saturno durante la semana del solsticio, que eran el acontecimiento social principal, llegaban a su apogeo el 25 de diciembre. Para hacer más fácil que los romanos pudiesen convertirse al cristianismo sin abandonar sus festividades, el papa Julio I pidió en el 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado en esa misma fecha.


Algunos mantienen que el 25 de diciembre fue adoptado solamente en el siglo IV como día de fiesta cristiano después de que el emperador romano Constantino I el Grande se convirtiera al cristianismo para animar un festival religioso común y convertir a los paganos en cristianos. La lectura atenta de expedientes históricos indica que la primera mención de tal banquete en Constantinopla no sucedió sino hasta 379, bajo San Gregorio Nacianceno. En Roma, puede ser confirmado solamente cuando se menciona un documento aproximadamente del año 350, pero sin ninguna mención de la sanción por el emperador Constantino.”


La Iglesia siempre se ha esforzado por conservar su apariencia de cercanía hacia los estratos más bajos de la sociedad, para ganar adeptos, es decir, proselitismo puro y duro. Es curioso observar como desde la fastuosidad de sus catedrales, han predicado la abstención y la austeridad.

También encontramos una cierta paradoja en su defensa del amor al “prójimo”. Aunque, esta frase entraña, en sí, una significación que destacar. Prójimo proviene de la palabra latina proximus, que significa “el más cercano”. Éste, y no otro, ha sido el verdadero mensaje de la Iglesia a lo largo de los siglos: amar al grupo de iguales mientras se machaca al diferente. El diferente puede ser aquel que se identifique por una distinción en su color de piel, en su categoría social, en su cultura, o en su culto. Podemos hacer un juego de palabras y decir: en la mita siempre ha estado presente la mitra. Y, con ello, lo habremos dicho todo acerca de este fenómeno.

La compasión hacia el desfavorecido también ha estado presente entre los principios básicos de la Iglesia. Pero, ¿qué significa está afirmación? La compasión implica la identificación de una situación desfavorable ajena y su posterior sentimiento de melancolía. Es decir, se reconoce y siente el mal ajeno, pero no se busca su solución. La compasión existe porque hay situaciones ajenas que la suscitan: la práctica de una, implica la existencia de otra. En resumen, el cristianismo necesita del dolor ajeno para poder satisfacer su sentimiento de superior; pues, sólo se puede compadecer uno de las miserias ajenas, cuando se sitúa por encima de éstas.

La perversión de la compasión cristiana ha llegado hasta su cúspide en nuestra sociedad. La hipocresía de la Iglesia contaminó, primeramente, el Ágora o el Foro y, después, el fuero interno de la persona. Fruto de la compasión cristiana ha surgido el fingimiento de sentimientos y conductas morales apropiadas. No se dice ni se hace lo que siente, sino lo que moralmente o tradicionalmente está considerado como “bien”. Nos lamentamos por la desgracia ajena, sin sentir nada realmente. Hacemos aspavientos, nos rasgamos las vestiduras, para conservar la fachada moral, pero en el fondo el sentimiento, como tal, no existe. Las ONGs, en la mayoría de casos, cumplen esta función. Es decir, sirven como válvulas de escape para nuestra mala conciencia: con un donativo, has cumplido con tu deber, ya eres un alma caritativa, parecen decir estas asociaciones. Bajo ningún concepto queremos afrontar la realidad y asumir que nuestra vida opulenta es tal, a costa de la miseria ajena: imaginémonos una balanza, si un platillo se eleva es por acción del otro platillo, que baja. El equilibrio de la vida, resumido en una balanza.

Y si alguien sigue creyendo, a día de hoy, que la influencia de la Iglesia, actualmente, es nula o casi nula, que se haga la siguiente pregunta: ¿quién ha establecido el calendario por el que nos regimos?, ¿quién ha instaurado la semana tal y como la conocemos?, ¿de qué carácter son la mayoría de fiestas que celebramos? Después de haber reflexionado sobre esto unos minutos, nublemos la vista y dejemos de pensar: estamos de fiestas y toda fiesta que se preste hay que celebrarla.

¡Ah!, y recordad que hay que comprar muchos regalos para cumplir con nuestros deberes morales capitalistas. Para algo se ha inventado la figura de Papa Noel, ¿no?
http://es.wikipedia.org/wiki/Pap%C3%A1_Noel

¡Feliz Saturnalia a todos!
O como diría un conocido personaje de una serie actual: ¡Feliz nacimiento de Newton!

2 comentarios:

  1. Qué grande es Sheldon...

    Y qué espeluznante la última imagen...

    No sabía lo de la celebración pagana de Saturno, aunque está claro que todos nos preguntábamos por qué el 25 de Diciembre.

    La Navidad es una chorrada más, de esas que se repiten año tras año y que conforman la rutina anual para que la vida se nos pase sin que nos demos cuenta, haciendo siempre lo mismo. Navidad - fascículos - Oscars - Carnaval - Semana Santa - Canción del verano - resaca del verano - Navidad. Y así año tras año.

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    1. Muy grande y muy agradable su presencia: una de las pocas series que merece la pena ver ahora, casi nada.

      Y sí, tienes razón, como decía John Lennon:
      "La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes".

      La rutina nos absorbe de tal forma que no somos capaces de ver la vida que estamos desperdiciando. Rutina y consumismo, una repugnante mezcolanza.

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